El Centro Social Arouca busca familias de acogida para niños

El Centro Social Arouca busca familias de acogida para niños

El Centro Social e Paroquial do Burgo, en Arouca, gestiona ahora también el servicio de Acogida Familiar y busca familias que puedan acoger temporalmente a jóvenes y niños considerados en situación de riesgo por el juzgado, reveló hoy la institución.

En actividad desde 1998, esta estructura del distrito de Aveiro ya proporciona diferentes respuestas sociales a cerca de 140 usuarios directos y ahora es una de las 19 nuevas entidades del país que, de aquí a 2023, seleccionarán hogares que puedan acoger a menores separados de sus familias de origen por orden judicial.

Lara Andrade es la coordinadora del nuevo departamento del Centro Social del Burgo y explica a Lusa: «Por muchos cuidados que dedique a los niños y jóvenes que acoge, una institución no es una familia y no puede darles el consuelo emocional que necesitan. Hablamos de niños con una gran necesidad, que sienten la falta de un regazo, de una familia y de afecto, y nuestro objetivo es encontrar personas que puedan cubrir esta necesidad, en un entorno seguro, hasta que los niños puedan volver a su hogar de origen».

Los candidatos al Albergue pueden ser familias o personas que, tras un proceso de selección a varios niveles, estén capacitadas para acoger a un menor en su casa, cuidándolo como si fuera un familiar efectivo, durante un periodo que «como media, es de seis meses, pero puede llegar a uno o dos años, dependiendo de las circunstancias que llevaron al tribunal a separar al menor de sus padres».

Lara Andrade destaca que tanto la familia acogedora como la familia de origen estarán acompañadas por profesionales del Centro Social durante todo el proceso de transición, ya que, por un lado, es necesario garantizar al nuevo hogar todo el apoyo necesario para la feliz convivencia con el recién llegado y, por otro, es necesario ayudar a la familia de origen a resolver los problemas que llevaron al juzgado a retirar al menor.

La familia de transición recibirá apoyo psicológico y económico por el compromiso que asumen, «incluido el derecho al permiso parental en el caso de los bebés», pero el coordinador del nuevo servicio advierte de que hay cuestiones que los candidatos no deben pasar por alto. «Una de ellas es que se trata de una medida temporal, en la que el objetivo final es siempre devolver al menor a su familia de origen», por lo que la familia de acogida temporal debe prepararse emocionalmente para «hacer lo mejor por el menor, sabiendo que, al final, éste ya no vivirá con ella».

Otro aspecto que no hay que pasar por alto es que «el acogimiento familiar no es una etapa hacia la adopción», por lo que, ante expectativas de este tipo, Lara Andrade advierte: «Si alguien quiere adoptar, tendrá que dejar de ser familia de acogida e iniciar el proceso de adopción con otro equipo y con una estructura totalmente diferente». El proceso no será más fácil por haber sido familia de acogida, aunque el niño que se vaya a adoptar sea el que ya han acogido».

Para este responsable, la Casa de Acogida Familiar es todavía «un área poco conocida» de la estructura social portuguesa y es necesario divulgar este servicio a la población en general, para que más niños y jóvenes en situación de riesgo tengan acceso a un apoyo integral en un período difícil de sus vidas y sean institucionalizados el menor tiempo posible.

«La población más joven necesita este apoyo como alternativa a las instituciones, que a menudo son el foco de problemas aún más graves», argumenta Lara Andrade, lamentando que las estadísticas portuguesas muestren lo atrasado que está el país en la difusión del Acogimiento Familiar.

En España, el 60% de los niños y jóvenes en peligro alejados de sus padres están en acogimiento familiar, y en Italia, el porcentaje se eleva al 90%. En Portugal, sin embargo, de los más de 7.500 menores bajo custodia del Estado tras haber sido separados de sus padres por decisión judicial, «sólo el 3% sigue viviendo con familias de acogida».